domingo, 15 de mayo de 2011

La difícil facilidad del verbo oir

Uno de los mayores problemas de la comunicación, tanto la de masas como la interpersonal, es cómo el receptor (o sea el otro), oye lo que el emisor (o sea una, la persona), ha hablado.
Son pocas las personas que procuran oir exactamente lo que la otra está diciendo.
Observamos que, en general:
* El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que el otro no está diciendo.
* El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que quiere oir.
* El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que ya escuchó antes, y coloca lo que el otro está hablando en aquello que se acostumbró a oir.
* El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que imagina que el otro iba a hablar.
* En una discusión, en general, los discutidores no oyen lo que el otro está hablando. Oyen apenas lo que están pensando para decirlo enseguida.
* El receptor no oye lo que el otro habla. Oye lo que le gustaría oir que el otro dijese.
* Una persona no oye lo que la otra habla. Oye apenas lo que está sintiendo.
* Una persona no oye lo que la otra habla. Oye lo que ya pensaba respecto de aquello que la otra está hablando.
* Una persona no oye lo que la otra está hablando. Retira del habla de la otra, apenas las partes que tengan que ver con ella y la emocionen, agraden o molesten.
* Una persona no oye lo que la otra está hablando. Oye lo que confirma o rechace su propio pensamiento. Vale decir, transforma lo que el otro está hablando en objeto de concordancia o discordancia.
* Una persona no oye lo que la otra está hablando. Oye lo que pueda adaptarse al impulso de amor, rabia u odio que ya sentía por la otra.
* Una persona no oye lo que la otra habla. Oye del habla de ella apenas aquellos puntos que puedan tener sentido para las ideas y puntos de vista que en el momento la estén influenciando o tocando más directamente.

Monólogos simultáneos canjeados a guisa de conversación...
Monólogos paralelos a guisa de diálogo...
Hasta puede haber diálogo, sin que necesariamente exista comunicación.
Qué raro y difícil es comunicarse!
Oir implica una entrega al otro. Es un gran desafío. Oir es proeza, es rareza. Oir es un acto de sabiduría.

Artur Da Tavola

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